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Imagen de Adolfo Cerdeira

He leído con atención este artículo y el paralelismo que establece el autor, me parece la mejor forma de explicar lo que sería deseable, dados los tiempos que corren, en toda labor de creación humana. La capacidad de una sola persona es limitada frente al trabajo en grupo.

A menudo, observamos que disponemos de los medios. Pero falta voluntad. La voluntad con frecuencia se vé interferida por una serie de valores espúreos que la limitan enormemente y que impiden mejores desarrollos.

El escuchar a los demás, el ser permisivos, el tolerar, el aceptar la crítica constructiva, contribuyen en la máxima medida a fomentar el trabajo asociativo. A la participación de los demás, en definitiva.

Los grupos humanos siempre han estado a todos los niveles en un escalón superior a las individualidades y no por categoría sino por simple efectividad. Diálogo, consenso y orden son las claves.